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La Energía Atómica al Día - Diciembre 1955
QUE SUCEDERIA si en una planta generadora de fuerza atómica se acelerase locamente el proceso de reacción? ¿Volaría un reactor que se hallase supercalentado, exponiendo la comarca a las mortíferas radiaciones de la magnitud de una bomba atómica ? Hay poquísimas posibilidades de que ocurra tal percance. A fin de comprobarlo con exactitud, los eminentes físicos de Los Alamos, Nuevo México, provocaron deliberadamente, en 1953, el aceleramiento sin control de un reactor nuclear. Hace poco, acaban de publicarse los resultados obtenidos. Según el informe, se permitió que la planta de fuerza atómica se recalentara hasta que todos los elementos de combustión se hallaban parcialmente derretidos, eliminándose, luego, todos los controles. Los hombres de ciencia que efectuaban el experimento observaban amenos de un kilómetro. Del lugar en que se hallaba instalado el reactor, volaron a cien metros esquirlas retorcidas y metal derretido; pero la explosión, según los observadores, fué como la que hubiese producido "una moderada cantidad de algún explosivo químico corriente." y si bien los instrumentos, instalados a 800 metros de distancia, registraron la presencia de rayos X, la dosis en el momento culminante sólo alcanzó una milésima parte de lo que se considera mortífera. No se observó tampoco que saliera disparado ningún fragmento de tamaño grande del material de que está hecho el núcleo del reactor.
 
El humo y los gases -no el calor- son los que activan un nuevo detector de incendios. Dentro de la unidad, que utiliza materiales radiactivos, hay un tubo catódico frío y, además, dos cámaras independientes. Una de las cámaras está sellada y la otra abierta al exterior. Los trozos pequeños de material radiactivo que hay dentro de las cámaras ionizan el aire, convirtiéndolo en conductor de electricidad. Las cámaras están reguladas de tal modo que, en condiciones normales, generan igual voltaje; pero éste aumenta al penetrar gas o humo en la cámara abierta. La corriente, entonces, fluye desde el compartimiento abierto hasta el cerrado, y de allí pasa al electrodo de arranque, alojado en el tubo catódico frío. El electrodo de arranque hace fluir la corriente desde el cátodo hasta el ánodo. Esto completa el circuito que activa un relevador que emite un sonido de alarma. Puede instalarse cualquier número de unidades, todas ellas conectadas a un indicador central que muestra dónde es el incendio, ya otro instrumento que produce la alarma, cierra las puertas contrafuego, y realiza otras funciones tendientes a proteger el local contra las llamas.
 
En el congreso atómico celebrado en Ginebra, los hombres de ciencia pronosticaron que, a la postre, se utilizará la inagotable fuente de hidrógeno pesado de los océanos, con objeto de producir energía mediante la fusión controlada de elementos livianos. Si bien es cierto que ya se cuenta con la bomba de hidrógeno, la ciencia no ha resuelto todavía el problema de regular la fusión de elementos ligeros para crear energía utilizable.
 
Ocho grandes compañías han decidido construir juntas el primer reactor nuclear de la industria privada, con el fin de utilizarlo en investigaciones médicas e industriales. Los participantes son la Continental Can Co., la Chas. Pfizer & Co., la American Tobacco Co., la Corning GlassWorks, la International Nickel Co., la United States Rubber Co., la Socony Mobile Oil Co. y la AMF Atomics; esta última subsidiaria de la American Machine & Foundry Company.
 
Los propietarios de tierras y los agricultores de Florida pueden determinar por sí mismos, y con toda facilidad, la radiactividad de las muestras de sus propiedades. Los investigadores de la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Florida han establecido un probador de energía atómica que el público puede usar para analizar la radiactividad de sus tierras. Si el contador registra el grado suficiente, los técnicos toman muestras de la tierra para efectuar una serie de pruebas y determinar si conviene explotarlas desde el punto de vista económico.

Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 17 - Diciembre 1955 - Número 6



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Idea original de Mi Mecánica Popular por: Ricardo Cabrera Oettinghaus